La mezcla de tierra y agua es un ejemplo de suspensión
Pida a los alumnos que observen la imagen de las muestras de tierra de la izquierda. Pregunte a los alumnos ¿Se parecen todos estos tipos de tierra? ¿En qué se parecen? ¿En qué se diferencian? ¿Cómo podrías separar las distintas partes de la mezcla de tierra?
Sus alumnos deben estar familiarizados con muchos tipos de mezclas, pero es posible que no hayan pensado en diferentes formas de separarlas, excepto separándolas manualmente (como hace la gente con las mezclas de aperitivos o frutos secos mezclados). Puede que necesiten tu ayuda para idear formas de separar su mezcla de tierra.
Cuando todos hayan compartido sus resultados, pregunta a la clase: ¿Qué método ha funcionado mejor para separar la tierra? [Verter la tierra en el agua dará lugar a diferentes capas. Las partículas más densas se hunden en el fondo, mientras que las menos densas acaban en la parte superior]. ¿Qué método te ha costado menos trabajo? ¿Por qué? [Verter la mezcla en el agua requiere menos trabajo que recogerla a mano. Verter en el aire y agitar la muestra no separa mucho las partículas].
¿Qué es la mezcla de tierra y agua?
La mezcla de agua y materiales disueltos o en suspensión que ocupan el espacio poroso del suelo se denomina solución del suelo. Dado que el agua del suelo nunca es agua pura, sino que contiene cientos de sustancias orgánicas y minerales disueltas, puede denominarse con más precisión solución del suelo.
¿Qué ocurre cuando la tierra y el agua se mezclan?
Cuando se añade agua al suelo, puede sustituir al oxígeno que se encuentra de forma natural en él y oscurecerlo. Esto significa que un suelo más húmedo tendrá menos oxígeno que un suelo más seco. Cuando se añade suficiente agua, el suelo puede saturarse y el agua empezará a formar una capa sobre él.
Contenido de agua del suelo
El suelo, también llamado comúnmente tierra o suciedad, es una mezcla de materia orgánica, minerales, gases, líquidos y organismos que, juntos, sustentan la vida. Algunas definiciones científicas distinguen la suciedad del suelo restringiendo el primer término específicamente al suelo desplazado.
El suelo se compone de una fase sólida de minerales y materia orgánica (la matriz del suelo), así como de una fase porosa que contiene gases (la atmósfera del suelo) y agua (la solución del suelo)[1][2] En consecuencia, el suelo es un sistema de tres estados: sólido, líquido y gaseoso[3] El suelo es producto de varios factores: la influencia del clima, el relieve (elevación, orientación y pendiente del terreno), los organismos y los materiales parentales del suelo (minerales originales) que interactúan a lo largo del tiempo[4]. [El suelo se desarrolla continuamente a través de numerosos procesos físicos, químicos y biológicos, entre los que se incluye la meteorización y la erosión asociada[5]. Dada su complejidad y sus fuertes conexiones internas, los ecologistas del suelo lo consideran un ecosistema[6].
La mayoría de los suelos tienen una densidad aparente seca (densidad del suelo teniendo en cuenta los huecos cuando está seco) de entre 1,1 y 1,6 g/cm3, aunque la densidad de las partículas del suelo es mucho mayor, del orden de 2,6 a 2,7 g/cm3[7]. Poco suelo del planeta Tierra es más antiguo que el Pleistoceno y ninguno es más antiguo que el Cenozoico[8], aunque se conservan suelos fosilizados de épocas tan remotas como el Arcaico[9].
La mezcla de tierra y agua se denomina
La salud del suelo es difícil de medir y describir, pero los atributos de un suelo sano incluyen una mayor adición y acumulación de materia orgánica, un ciclo de nutrientes mejorado con menos pérdidas de nutrientes del suelo, una mayor función de la comunidad microbiana del suelo, la formación de agregados del suelo (trozos de suelo más grandes) y poros de suelo grandes, y una disminución de la compactación. Estos atributos se ven reforzados por algunas prácticas agrícolas de conservación, como el laboreo de conservación (laboreo reducido o sin laboreo), la reducción de la compactación del suelo minimizando las pasadas sobre un campo, la ampliación de las rotaciones mediante el cultivo de diversos productos, la plantación de cultivos de cobertura entre las estaciones de cultivo y el cultivo de vegetación perenne. Aunque a veces son difíciles de aplicar, una combinación de estas prácticas de conservación puede ayudar a mejorar la salud del suelo.
Todos pisamos el suelo, pero no lo tratemos como si fuera tierra. Un suelo sano es lo que necesitamos para mantener el agua limpia y nuestras mesas llenas de alimentos. Tanto si vives en una parcela urbana como si cultivas cientos de hectáreas, ayudar a mantener el suelo cubierto de vegetación durante todo el año puede hacer que el suelo esté más sano. El suelo es uno de nuestros recursos más preciados y desempeña un papel vital en el ciclo del agua. Todos podemos contribuir a mejorar la salud del suelo y la calidad del agua.
4 tipos de agua del suelo
La composición del suelo es un aspecto importante de la gestión de nutrientes. Mientras que los minerales y la materia orgánica del suelo retienen y almacenan nutrientes, el agua del suelo es la que los proporciona fácilmente para que las plantas los absorban. El aire del suelo también desempeña un papel fundamental, ya que muchos de los microorganismos que viven en él necesitan aire para someterse a los procesos biológicos que liberan nutrientes adicionales en el suelo.
Los componentes básicos del suelo son los minerales, la materia orgánica, el agua y el aire. El suelo típico se compone aproximadamente de un 45% de minerales, un 5% de materia orgánica, un 20-30% de agua y un 20-30% de aire. Estos porcentajes son sólo generalizaciones en el mejor de los casos. En realidad, el suelo es muy complejo y dinámico. La composición del suelo puede fluctuar a diario, dependiendo de numerosos factores como el suministro de agua, las prácticas de cultivo y/o el tipo de suelo.
La fase sólida del suelo, que incluye minerales y materia orgánica, suele ser estable por naturaleza. Sin embargo, si la materia orgánica no se gestiona adecuadamente, puede agotarse del suelo. Las fases líquida y gaseosa del suelo, que son el agua y el aire respectivamente, son las propiedades más dinámicas del suelo. Las cantidades relativas de agua y aire en el suelo cambian constantemente a medida que el suelo se humedece o se seca.